jueves, 20 de noviembre de 2014

CONTINUAMOS CON LA UTOPÍA DE MORO

Estimad@s lectores,

Buen día.

Hace un tiempo, ya un largo lapso, iniciamos con algunas menciones sobre la obra de Tomás Moro, "Utopía" (ver anteriores aquí: 1 2).

En esta oportunidad, compartimos con Uds., algunas apreciaciones del autor que bien valen tanto en su tiempo como en el nuestro, tanto que pudiera asustarnos.

El autor, para introducirse en sus comentarios sobre los gobernantes de Utopía, realiza algunas precisiones, también realidades, sobre la figura del Rey, pero también aplicable a Presidentes, Gobernadores e Intendentes de esta era:
"...Si un Rey se sabe acreedor del desprecio y el odio de los suyos, y no puede dominarlos sino por multas, confiscaciones o relaciones, sometiendo a perpetua pobreza, más le valdría renunciar a su reino que conservarlo con esos procedimientos. Aunque haya mantenido el trono, ha perdido su dignidad... Fabricio, que decía: 'Prefiero gobernar a los ricos, que serlo yo mismo'" (Moro, Tomás, Utopía, Gradifco, 2004, p. 40). En esta cita, Moro se refiere a Cayo Fabricio Luscino (Gaius Fabricius Luscinus) quien aún en nuestro tiempo se recuerda como político ejemplar, austero e incorruptible.

Ya hablando de la misma Utopía, en un diálogo con su amigo Rafael, quien dice "Su rey, el día que sube al trono, se obliga a un juramento , al tiempo que ofrece grandes sacrificios, a no acumular en su tesoro más de mil libras en oro o su equivalente en plata... pues suponía que su acumulación redundaría en perjuicio del pueblo. ¿No parece que si yo expusiera estas o parecidas razones a hombres inclinados a pensar lo contrario, sería como hablarle a los sordos. Le pregunta su amigo a Moro, y éste responde, "A seres más que sordos, sin duda.". (Moro, Tomás, Utopía, Gradifco, 2004, p. 41).

En tanto, al hacer menciones respecto a oposiciones o pensamientos en contrario, el autor entiende que "Opinar en contra del sentir de los demás sería como no hablar. Y repetir lo mismo, sería hacerme cómplice de su locura... Es decir, si las cosas no pueden tornarse totalmente buenas, habrá que trabajar cuanto se pueda para que sean lo menos malas posible" (Moro, Tomás, Utopía, Gradifco, 2004, p. 43).

En Utopía, Moro no pierde el tiempo, y hasta hace interesantes menciones sobre los funcionarios públicos sumando una cita de Platón:
"No hay, pues, modo de ser útil para unos hombres así. Antes corromperian al mejor plantado que dejarse corregir ellos mismos. Su solo trato deprava. El más limpio y honesto terminaria como encubrir de la maldad y estupidez ajenas. Por todo ello, sospecho que es imposible lograr bien alguno... Ya Platón explica con una bella comparación los motivos que alejan a los sabios de los asuntos públicos. Supongan que están viendo cómo la gente pasea por calles y plazas bajo una lluvia incesante. Por más que gritan no logran convencerlo de que se metan en sus casas y se aparte del agua. Salir ellos mismos a la calle no conseguiría nada, sino mojarse ellos también. ¿Qué hacer entonces? En vista de que no van a poner remedio a la necedad de los otros, optan por quedarse a cubierto, defendiendo su seguridad... Creo que donde hay propiedad privada y donde todo se mide por el dinero, difícilmente se logrará que la cosa pública se administre con justicia y se viva con prosperidad" (Moro, Tomás, Utopía, Gradifco, 2004, p. 44).

Ya en tiempos de Tomás Moro existían miserias y problemas que hoy vivimos y ya en forma más acentuada al punto de aceptarlo como una realidad cotidiana. El autor indica como sería la solución que provoque una ruptura en el mundo, "...si no se suprime la propiedad privada, es casi imposible arbitrar un método de justicia distributiva , ni administrar acertadamente las cosas humanas. Mientras aquella subsista, continuará pesando sobre las espaldas de la mayor y mejor parte de la humanidad, el angustioso e inevitable azote de la pobreza y de la miseria. Sé que hay remedios que pueden aliviar este mal pero nunca curarlo" (Moro, Tomás, Utopía, Gradifco, 2004, p. 45).

Por último en este post, mencionamos que cuando Moro habla de Utopía, no sólo se refiere a una tierra provechosa, políticos honestos y funcionarios ejemplares (casi de imposible existencia a nuestro entender) sino también son sus ciudadanos, los utopianos, los que reciben la caracterización de hombres y mujeres trabajadores, morales, éticos y respetuosos de su Estado, sus instituciones y costumbres. Pero aún así, ello no obsta al entretenimiento y a la dispersión fuera de las labores diarias, "Hacen suyo el principio de que "ningún placer está prohibido con tal que no haga mal alguno" (Moro, Tomás, Utopía, Gradifco, 2004, p. 69).


Espero hayan disfrutado al menos la lectura de estos párrafos que hemos extraído del texto.

La seguimos la próxima...

Saludos,
Damíán R. Pizarro


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