miércoles, 24 de agosto de 2016

LA LEGITIMIDAD DEL PODER - DE MAX WEBER AL PIZARRÓN

Estimad@s colegas,

Buen día.

En esta oportunidad tratamos con ciertas aproximaciones el tema LEGITIMIDAD DEL PODER, partiendo de las enseñanzas de Max Weber. Conocido como uno de los padres de la sociología y autor obligatorio para estudiantes ciencia política y derecho, quién hizo del “poder” el centro de sus estudios más importantes, reconocidos y avanzados.

Weber sostiene que en toda sociedad humana existen interacciones e interrelaciones sociales entre los diferentes integrantes que la componen y que detrás de todo ello se esconde un sistema estructurado de dominación.

La dominación es la capacidad de ciertos individuos y grupos de suscitar la obediencia más o menos voluntaria de otras partes de la sociedad. Esta obediencia está acotada a unos “mandatos” específicos. En el caso de los regímenes democráticos la dominación proviene de unos representantes legitimados en las urnas y la obediencia se acota a los mandatos ejecutivos y legislativos de éstos. La “voluntariedad” de la dominación es un hecho importante; a diferencia del poder puramente coercitivo que se mantiene principalmente por la imposición, el poder legitimado, la dominación, se mantiene porque los dominados están convencidos de la “positividad” de su obediencia. Es más, hay un cierto reconocimiento de la autoridad del que domina; el subordinado acepta su coerción.



Los sistemas electivos son un medio bastante eficaz de generar una cierta aceptación voluntaria del poder entre los gobernados.

Max Weber plantea que esta legitimación puede surgir, principalmente, de tres fuentes distintas (y que a su vez pueden darse al mismo tiempo):


  • Legitimación del poder tradicional: dicha legitimación se basa en “la fuerza del pasado”, en la tradición. Por ejemplo, la legitimación del poder de los monarcas se continua porque “siempre había sido así”.
  • Legitimación del poder carismática: Esta legitimación proviene de la apreciación de los atributos individuales (percibidos) de un líder particular, en el carisma de éste. Los dictadores han tenido éxito en acumular poder de esta forma. El problema de este tipo de legitimación es que se desgasta rápidamente y es difícil encontrar sustitutos con igual carisma.
  • Legitimación del poder legal-racional: Esta legitimación deriva de argumentos (ético)racionales. Por ejemplo: “el gobernante manda porque lo dice la ley” y esa ley que fue aprobada en un parlamento elegido democráticamente es la mejor forma de disponer de unos medios para lograr unos fines concretos. Esta legitimación suele estar presente en las democracias representativas, se siguen las leyes y se apoya en la justicia.

En cambio el poder sin dominación se mantiene (sobre todo) por las diferentes formas de coerción (físicas y psíquicas) que sus detentadores intentan aplicar sobre el individuo. En último término este poder se aguanta gracias a que logra persuadir (utilizando la violencia física si es necesario) a muchos para que piensen que él es más poderoso de lo que realmente es. Los titulares del este tipo poder intentan que los gobernados crean que no tienen poder propio (cuando sí lo tienen) para mantener su posición en la estructura de interacción social.

Weber entiende que el ejercicio del poder es más efectivo cuanto más fuertes son los lazos afectivos sobre los que puede apoyarse. Este hecho es observable en la relación entre padres e hijos, lo que podría explicar porqué las instituciones políticas suelen intentar reproducir intencionalmente estos vínculos de afectividad entre la población. Cuando el vínculo entre el subordinado y el poder es más estrecho, la entrega del subordinado es todavía mayor y los que ejercen el poder se encuentran con menos obstáculos. ¿Qué opinaría Machiavelo de esto?


Espero sea de utilidad, un abrazo cordial.

Damián R. Pizarro



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