Estimad@s colegas,
Buen día.
En esta oportunidad nos tomamos un rato para recordar un episodio histórico, un punto de inflexión que aún retumban sus efectos.
Un día como ayer, 14 de Julio, pero martes, de 1789 y en París, se produjo la toma de la Bastilla.
Quizás la historia nos muestra que el valor de los eventos no fueron por su cantidad sino por la importancia de lograr la caída de una fortaleza medieval, conocida como la Bastilla, y que en ese momento sólo custodiaba a siete prisioneros.
Los revolucionarios parisinos propiciaron con ello, y más que simbólicamente, el fin del Antiguo Régimen y el punto inicial de la Revolución francesa.
Aquella rendición de la prisión, como símbolo del despotismo de la monarquía francesa, corrupta y omnipotente, provocó un auténtico movimiento telúrico social, político, cultural y económico, que tanto en Francia como en el resto de Europa, llegando sus ecos hasta Rusia, así opacando los efectos de la revolución americana lograda una década atrás.
Esta Revolución vino para quedarse...
Pero lo cierto es que aún quedan muchas torres de opresión, de poderes arraigados y libres de cualquier control. De ello también se requerirá su caída, aunque esperamos no sea así de sangrienta, o tendrá razón Thomas Jefferson cuando dijo: "El árbol de la libertad debe ser vigorizado de vez en cuando con la sangre de patriotas y tiranos: es su fertilizante natural".
Un cordial abrazo,
Damián R. Pizarro
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